Y Elena Salgado lloró.
Todos pensábamos que era la ministra de hielo, pero no. En el último momento, tras el aplauso por su marcha (no sé si de tristeza o de alegría), no pudo contener una lágrima furtiva.
Se pasó el dedito por el ojo a toda prisa, pero la cacé...en el desliz de su mandato.
2 comentarios:
Lagrimitas me quitas,
lagrimitas me das´
lagrimitas quiero,
para los demas.
estoy probando
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