Un gran día de fiesta que sólo podía estropear la propia final. La noche era para que las dos aficiones bajaran al césped y culminaran un día fantástico de mezcla de pasiones.
Una final que estropeó a ¡un sexto! del campo, grandes aficionados getafenses que llevaron con orgullo su desilusión. Una final que dejó somnolienta a una ciudad dormitorio que esperaba ver el amanecer entre cánticos de su gente.
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Fútbol es fútbol
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